Límites de una escritora erótica

Hace poco tiempo alguien me dijo que un buen escritor no se muestra en sus historias, debe convertirse en alguien que no es, para mostrarle al lector lo que desea leer. Y yo me pregunto, que hay de malo en mostrar una parte de ti en tus historias, ¿a caso se es peor escritor por ello?

Esto sucede por ese afán de contar mentiras, historias inventadas y sin contrastar lo que se cuenta, pues la mayoría se aferran a que es ficción y en un mundo imaginario, todo vale. No lo critico, me encanta leer novelas donde todo es posible, ya sea volar en una alfombra o sumergirse en las profundidades de un multiverso temporal de otro planeta lejano.

Aunque, cuando te adentras en un estilo de vida tan estereotipado y distorsionado, no se hace ningún bien continuar manipulando la irrealidad. Es por eso, que en el caso de las novelas eróticas, prefiero aferrarme a la realidad, lo máximo posible y, aunque no sea del todo verídico lo que cuento, sí es real y viable, llevar a cabo ese hecho.

Mis límites literarios están en este punto, todo lo que escribo, ya lo ha vivido alguien o lo vivirá en corto plazo de tiempo, por muy descabellado que te pueda parecer, siempre procuro mostrar la realidad de este estilo de vida, desmitificar todas esas falsedades y abrir los ojos a aquellos que tienen curiosidad. Si ya estás dentro, tú mismo puedes leerme y corroborar, que lo que cuento, sí es o puede ser veraz.

Mis límites personales en cambio, serán aquellos que me puedan beneficiar de una forma u otra, pues si no me aporta placer o una experiencia beneficiosa, prefiero no realizarla. Al igual ocurre cuando escribo, pues disfruto mucho sintiéndome protagonista y expresando aquello que siento y vivo, desde las entrañas, exteriorizando esas sensaciones que corren en mi interior, con el propósito de que, el lector, sienta ese placer conmigo.

Con todo esto, también me he encontrado con una pregunta muy repetida hacia los escritores de erótica «¿Has puesto en práctica las escenas que escribes?», y la respuesta más común, para esquivarla, es con otra pregunta «¿Si fuese una escena de asesinato, también me lo preguntarías? esto es lo mismo». En mi opinión, no se asemeja en nada, pues el asesinato es algo ilegal e inmoral, mientras que el sexo, aunque algunos lo miren de forma despectiva, es legal y beneficioso para todos. Es más, considero que, solo desde la experiencia podemos explicar concienzudamente, como de atractivo puede resultar el acto que se describe. Obviamente, no siempre es posible, así que de vez en cuando, admito que yo también he pecado, soy culpable en no contrastar alguno de los hechos detallados, al menos personalmente y en mis propias carnes, pero sí he intentado presenciarlos o recibir la mayor información  posible a nivel sensorial. Y sí, he disfrutado mucho percibiendo su testimonio con todo detalle.

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