
En un mundo convencional siempre apostamos por la intimidad, por ocultar a los demás nuestra actividad sexual, por estar considerada una práctica obscena e indecorosa. Por tanto, su praxis de forma habitual te hace parecer indecente, mas aún si lo divulgas. Cada vez es menos tabú y hay menos prejuicios, sin embargo, todavía nos queda mucho por delante, para que se considere un acto de amor, conexión, amistad, placer saludable o hábito desestresante y necesario en una vida plena.
Porque sí, eso es lo que considero que significa compartir el sexo entre personas que se aprecian o desean. El dónde, cuándo y cómo es otro tema más personal, siempre y cuando se respete a aquellos que no lo ven como una situación natural, es por eso que existen lugares para no escandalizar a otros, ni infringir las normas sociales.
Existen distintos grados de privacidad, desde una habitación en la que la pareja disfruta de sus juegos, una sala privada a la vista de alguien más o una sala donde ver a otros pero sin ser visto. Estas son buenas opciones para aquellas personas convencionales, que buscan darle un toque más picantes a sus relaciones, pero sin interactuar con otros. Para este tipo de juegos, existen locales con habitaciones privadas, donde poder disfrutar del sexo en pareja sin que nadie te moleste y con ventanas, para ver y ser vistos.
Una fiesta privada a ojos de desconocidos, en la que varias personas acuerdan compartir espacio, con mayor o menor interactuación, observándose entre ellos. Suele ser habitual entre grupos de amigos, de mentalidad abierta, realizar fiestas privadas en una casa, ya sea propia o alquilada, donde, a parte de comer, beber y disfrutar de conversaciones y risas, también comparten momentos de placer, con los acuerdos anteriormente establecidos entre todos.
Al igual sucede con los sitios públicos. Desde los más acotados, como es el caso de un club swinger, hasta los más públicos, como es el caso de lugares conocidos como habituales, para el dogging.
Cuando nos adentramos en un local, tenemos la total libertad de realizar nuestras fantasías sin límites ni preocupaciones por ser vistos por personas que no entienden el estilo de vida liberal, pues todos los que están allí dentro son conocedores de lo que puede suceder en ese espacio. Suelen ser establecimientos con música para bailar y tomar unas copas, con zonas habilitadas para acomodarse y dar rienda suelta a la imaginación, no obstante los hay con salas de cine X, piscinas climatizadas, Jacuzzi, terrazas chillout, incluso mazmorras. Lo que más se podría destacar de esta opción para divertirse, no es la infraestructura, sino la mentalidad educada, respetuosa y correcta de la gente que visita estos recintos públicos.
Y para los más atrevidos y experimentados, existe la opción, con riesgo controlado, de visitar lugares al aire libre, conocidos por su acostumbrado dogging. Hablo de parques o playas públicas retiradas del paso habitual de gente y utilizadas por su difícil acceso a niños y familias, algunos durante el día y otros en horario nocturno. Por supuesto, aquí siempre está el riesgo de ser descubierto por personas ajenas a esta práctica, siendo ese punto de aventura el que motiva y excita.
Si conoces lugares excitantes, te animo a añadirlos en comentarios.
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