
En Fechas navideñas, todos pedimos deseos para nosotros y para los que nos rodean, aunque no siempre son totalmente sinceros, pues hay algunos que se quedan guardados en nuestra mente, a veces por miedo, otras por creer que nadie nos va a ayudar a conseguirlos. En mi opinión, los deseos no se cumplen por arte de magia, eso mejor lo dejamos para los cuentos de hadas. En la realidad, pueden hacerse realidad por varias razones: por una casualidad del destino o porque lo hemos pedido en voz alta y alguien nos ha echado una mano, para que podamos disfrutarlo.
Las casualidades son poco probables, casi como tocarte la lotería y no siempre son como esperamos, aunque nos conformemos con que se haya hecho realidad.
Si realmente deseas algo, no hay nada mejor, que pedirlo a la persona con quien quieras compartir ese deseo. Pueden suceder dos opciones: que no esté por la labor y en ese caso, te quedas como estás o que sí acepte la propuesta.
Por supuesto, a veces hay temas que nos da miedo exteriorizar, como los relacionados con la sexualidad, por miedo a sentirnos juzgados, pues no todos ven bien la libertad de realizar ciertas fantasías que son consideradas como prácticas tabú y tratadas de forma despectiva, por estar relacionadas con mentalidades turbias y poco éticas. Para nada es acertado este pensamiento.
Lejos de la realidad que nos muestra la sociedad convencional, nuestros deseos y fantasías, nos hacen sentirnos vivos, son esa chispa que nos da la vida y hace que seamos mejores personas en el día a día. En la mayoría de los casos, nos hace bien ser sinceros con nosotros mismos y, por tanto, con la gente que nos rodea, llegando a recibir gratas sorpresas, que, de habernos callado, no habríamos obtenido.
Por norma general, darle voz a los deseos hace que conozcamos mejor a esa persona que tengamos al lado. En algunos casos, no nos aceptará tal y como somos, nos juzgará y criticará por nuestros gustos, aun así hay que dejar el miedo de lado, ya que es mejor descubrir, lo antes posible, que no es la persona que debe estar a nuestro lado, aunque parezca duro asimilarlo, de ti depende descubrirlo y abrir los ojos, o seguir llevando una vida junto a una persona que no te mereces.
El miedo a expresar nuestros deseos solo impedirá que crezcamos y avancemos, es por eso que debemos afrontar nuestros temores y ser valientes, para recibir con los brazos abiertos, aquello que es para nosotros.
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