
Desde pequeños mostramos una naturaleza posesiva, cuando tomamos un objeto y nos negamos a soltarlo, a la vez que, al ver a otro con un objeto que nos llama más la atención, tendemos a apoderarnos de él. Se puede resumir en la frase... “Lo mio es mio y lo tuyo también”.
A pesar de que nos enseñan a que compartir es bueno, nos cuesta hacerlo. Ah, y como en todo, en esto también hay excepciones, ya que a medida que crecemos, aparecen situaciones en las que está mal visto compartir y ser posesivo se normaliza. Exacto, hablo de las relaciones entre personas, donde nos etiquetamos para describir el tipo de posesión que hay entre nosotros, novios, amantes, marido y esposa, etc. Al mismo tiempo nos cuesta, no seguir deseando lo que no es nuestro, momento en el que comienza la aventura de la infidelidad y la mentira.
Comprender la libertad
Una vez entendido, que no somos objetos y, por tanto, no podemos decidir sobre la otra persona, hay otro punto de vista a tener en cuenta. El sexo no tiene porqué ir unido al amor, pero sí la sinceridad, el respeto y la admiración por nuestro/a compañero/a.
Al igual que no compartimos todos nuestras aficiones y, aun así, nos fascina ver como disfruta de estas, por el simple hecho de verlo/a feliz, también deberíamos alegrarnos de verle gozar, haciendo realidad sus fantasías, podamos o no satisfacerlas personalmente.
Todos sabemos que el amor se puede encontrar en la tienda, el trabajo o haciendo deporte, no es necesario desnudarse para encontrarlo, entonces, eliminemos ese miedo de que otros observen su cuerpo y lo deseen, sintámonos orgullosos de que, esa persona, nos haya elegido y quiera estar a nuestro lado y compartir con nosotros cada día de su vida.
Regalemos felicidad
Si lo que quieres es ver feliz a esa persona que tienes al lado, trabaja tu autoestima, borra esos miedos y convéncete de que estando a su lado, amarla/o, comprenderlo y valorarlo, hará que estéis más unidos, independientemente de con quién juguéis o en qué condiciones.
Esto es algo que hay que practicarlo todo el año, pero, aprovechando que escribo esto en plenas fiestas navideñas, es perfecto, como nuevo propósito de año nuevo, plantearse regalar felicidad y cumplir los deseos de la persona a la que amas, sin temor. Después volver la intimidad de casa, para ofreceros ese amor que tanto sentís.
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