
Sinopsis
Max es un arquitecto de los grandes, pero las locuras que cometió de joven le persiguen en la actualidad, entre ellas su vida secreta como escort.
Zaida es una mujer luchadora que sabe lo que quiere y enamorarse no entra en sus planes, con lo que su vida se centra en su negocio, su familia y disfrutar del sexo sin compromiso.
El destino es muy caprichoso y la química entre ambos es altamente explosiva, por lo que, cada vez que se encuentran, descubren un nuevo significado a la palabra placer.
Lo que no esperan es que un grave accidente remueva todos los cimientos de esa vida perfecta, que les ha costado años construir.
Capítulo 5
Zaida
...
Nuestro divorcio se ha convertido en un fin de semana inolvidable. Hotel de cinco estrellas, restaurante de cinco tenedores y un plus extra que no espero. Había oído hablar de este lugar, pero no te haces a la idea de lo que es hasta que lo ves con tus propios ojos y lo sientes en tus propias carnes.
Ah, que no sabes de qué hablo, pues yo te cuento con mucho detalle la sorpresa que me ha preparado a escondidas. Este fin de semana hace que mi perspectiva sobre el sexo dé un buen giro. Por mucho que hubiese follado en el pasado, esto no tiene nada que ver. Menuda pasada. No hay nada como que te ponga las manos encima alguien que sabe lo que se hace. Todo un PLACER vivir esta experiencia. No solo por el disfrute del mejor sexo de mi vida, sino por mostrarme una parte de mí, desconocida hasta este momento.
Nada más subir al coche me venda los ojos. No puedo ver donde me lleva, estoy hecha un manojo de nervios, los cuales no menguan en ningún momento de la noche, incluso hay momentos en los que creo que la situación va a superarme, pero consigo superar mis miedos y preocupaciones.
Llegamos al lugar donde recibo mi regalo de recién divorciada, la gente que nos recibe es muy amable y simpática. O por lo menos eso intuyo por la voz, porque no ha querido quitarme la máscara hasta estar dentro de la habitación. Y menuda pedazo de suite. Aquello es como un apartamento provisto de casi todo, solo le falta una cocina para venirme a vivir aquí. Un pequeño saloncito a la derecha con minibar y sofá en apariencia muy cómodo. Un espacio en el que hay un armario abierto, junto a la pared, repleto de objetos que no tengo idea de qué son o cómo se usan. En ese mismo rincón caen del techo unas cadenas que me erizan la piel solo de verlas. Justo en frente de la puerta de entrada, una puerta abierta que muestra un baño inmenso, con jacuzzi para cuatro personas por lo menos. A la parte izquierda, una inmensa cama rodeada de espejos en los que te puedes ver desde cualquier ángulo posible.
Solo con ver todo estoy pensar en lo que me puede esperar ya se me mojan las bragas. Eso que mi imaginación es limitada en estos aspectos, nada que ver con lo que me voy encontrando al avanzar la noche.
Ambos llevamos una máscara plateada que cubre gran parte de nuestro rostro. En la entrada nos explican que en cuanto la tengamos bien colocada y estemos preparados, les avisemos a través de un botón que hay junto a la puerta. Así lo hacemos. Nos colocamos el antifaz y nos dejamos la ropa puesta. Yo tampoco es que lleve tanta, solo un vestido, que muestra a la perfección mi trabajado cuerpazo, acompañado de unos taconazos rojos de infarto. No llevo sujetador, pues hace un par de años que me he operado los pechos y están en su sitio, sin necesidad de ese incomodísimo artefacto que solo utilizo cuando hago ejercicio.
Al momento aparece una pareja con antifaz Rojo pasión, impresionantes los dos. Altos, con un físico envidiable y una sonrisa de lo más atractiva. No soy de las que les gustan las mujeres, pero esa chica atrae las miradas de cualquiera que esté cerca. En cuanto al chico, ¿qué queréis que os diga? Se me termina de desintegrar el tanga. Estoy en ese punto en el que si fuese un sueño ya podría despertar, pues acabo de tener el orgasmo visual de mi vida.
¡Joder! Si antes de empezar ya estoy así, no quiero ni pensar cuando comience la fiesta.
Capítulo 9
Max
...
Estoy en una terraza frente al mar, es un restaurante tan elegante como acogedor, recomendación de Matt. No dejo de mirar la puerta principal, a la espera de que ella aparezca. No se retrasa en exceso, solo ha sido un cuarto de hora. Se acerca a la mesa sin dejar de mirarme. Está impresionante, mucho más guapa de como la recordaba. Su sonrisa es deslumbrante, me hipnotiza. Aunque no lo suficiente como para no fijarme en que no lleva sostén debajo de ese vestidito veraniego. Ya me veo apartando los finos tirantes que se encargan de sujetar ese tentador escote con intención de lamer ambos pezones, que se endurecen a cada paso que da sobre esos tacones rojos tan sexis.
Me voy a volver loco como se presente así cada vez que nos encontremos. A la próxima quedamos en su casa y no la dejo salir de la cama en todo el día. Porque esa es otra, una vez al mes que puedo venir y solo podemos vernos en sábado. Por el momento me conformaré, siempre y cuando me permita satisfacer todas mis fantasías con ella.
¡Joder! Cualquiera que me oiga pensará que soy un capullo sin escrúpulos ni corazón. Nada más lejos de la realidad, si eso fuese así, no haría tantos kilómetros para verla, no necesito este tipo de aventuras, mi vida es más que satisfactoria en ese sentido. Es algo más que simple sexo, es una sensación que todavía no entiendo, pero hace que necesite verla, tenerla cerca, tocarla y besarla hasta la saciedad.
Por suerte, no soy el único que siente esa atracción tan fuerte. No obstante, tengo la sensación de que algo falla, como si no quisiera dejarse llevar. La veo algo tensa y dudosa. Tras un vermut y comer juntos, parece que se ha relajado un poco, al fin accede a ir a su casa. Durante el camino hablamos de tomar una copa en su casa mientras escuchamos música.
En cuanto traspasamos la puerta, no puedo soportarlo más, la atrapo por la cintura y la presiono contra la pared del recibidor. La miro a los ojos antes de susurrarle muy cerca de los labios todo aquello que deseo hacerle. Su respuesta, un simple gemido, es música para mis oídos. Así que no pierdo tiempo en lanzarme sobre sus labios, devorar su boca y lamer su lengua.
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